Cuentos infantiles

Los cuentos infantiles contribuyen a desarrollar la imaginación y la fantasía de los niños y a crear sus propios mundos interiores. Un cuento puede ayudar a los niños a que superen posibles conflictos y a que establezcan valores. Además, favorecen la relación del niño con su familia y con los demás. Tenéis aquí una bandeja llena de cuentos clásicos y tradicionales. Los cuentos de toda la vida

La liebre y la tortuga

La liebre siempre se reía de la tortuga, porque era muy lenta.

—¡Je, ¡el En realidad, no sé por qué te molestas en moverte -le dijo.

-Bueno -contestó la tortuga-, es verdad que soy lenta, pero siempre llego al final. Si quieres hacemos una carrera.

-Debes estar bromeando -dijo la liebre, despreciativa- Pero si insistes, no tengo inconveniente en hacerte una demostración.

La tortuga y la liebre
La tortuga y la liebre

Era un caluroso día de sol y todos los animales fueron a ver la Gran Carrera.

El topo levantó la bandera y dijo: -Uno, dos, tres… ¡Ya!

La liebre salió corriendo, y la tortuga se quedó atrás, tosiendo en una nube de polvo. Cuando echó a andar, la liebre ya se había perdido de vista.

Pero cuál no fue su horror al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta. ¡Había ganado la tortuga!

Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.

-No es justo -gimió la liebre- Has hecho trampa. Todo el mundo sabe que corro más que tú.

-¡Oh! -dijo la tortuga, volviéndose para mirarla- Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio pero seguro.

-No tiene nada que hacer -dijeron los saltamontes- La tortuga está perdida.

«¡Je, je! ¡Esa estúpida tortuga!», pensó la liebre, volviéndose

La tortuga y la liebre
La tortuga y la liebre

. «¿Para qué voy a correr? Mejor descanso un rato.»

Así pues, se tumbó al sol y se quedó dormida, soñando con los premios y medallas que iba a conseguir.

La tortuga siguió toda la mañana avanzando muy despacio. La mayoría de los animales, aburridos, se fueron a casa. Pero la tortuga continuó avanzando. A mediodía pasó ¡unto a la liebre, que dormía al lado del camino. Ella siguió pasito a paso.

Finalmente, la liebre se despertó y estiró las piernas. El sol se estaba poniendo. Miró hacia atrás y se rió:

—¡Je, ¡el ¡Ni rastro de esa tonta tortuga! Con un gran salto, salió corriendo en dirección a la meta para recoger su premio.

Pero cuál fue su sorpresa al ver desde lejos cómo la tortuga le había adelantado y se arrastraba sobre la línea de meta.

¡Había ganado la tortuga! Desde lo alto de la colina, la liebre podía oír las aclamaciones y los aplausos.

– “¡No es justo! – gimió la liebre – ¡Has hecho trampa! Todo el mundo sabe que corro más que tú.”

– ”¡Oh! – dijo la tortuga, volviéndose para mirarla

– Pero ya te dije que yo siempre llego. Despacio, pero con constancia, al final siempre llego.”

La paloma y la hormiga

Un bonito día de primavera, cuando ya el sol iba cayendo en un caluroso atardecer, una blanca paloma se acercó a la fuente del río para beber de su cristalina y fresca agua. Necesitaba calmar la sed desúes de estar todo el día volando de acá para allá. Mientras bebía en la fuente, la paloma oyó unos lamentos.

La paloma y la hormiga
La paloma y la hormiga

-¡Socorro! -decía la débil voz-. Por favor, ayúdeme a salir o moriré.

La paloma miró por todaspartes, pero no vio a nadie.

– Rápido, señora paloma, o me ahogaré.

-¡Estoy aquí, en el agua!

– se oyó.

La paloma pudo ver entonces una pequeña hormiga metida en el río.

– No te preocupes- dijo la paloma-, ahora te ayudaré a salir del agua.

La paloma cogío rápidamente una ramita y se la acercó a la hormiga para que pudiera salir del agua. La pobre estaba agotada, un poco más y no lo cuenta. Quedó muy agradecida.

Poco después, mientras la hormiguita se secaba las ropas al sol, vio a un cazador que se disponía a disparar su escopeta contra la paloma. La hormiga reaccionó con rapidez, ¡tenía que impedir como fuese que el cazador disparase a su salvadora!

Y no se le ocurrió otra cosa que picarle en el pie, El cazador, al sentir el pinchazo , dio un brinco y soltó el arma de las manos.

La paloma se dio cuenta entonces de la presencia del cazador y alzó rápidamente el vuelo para elejarse de allí.

¡ Qué bien que la hormiguita estuviese ahí para ayudarla!

Cuando pasó el peligro, la paloma fue en busca de la hormiga para agradecerle lo que había hecho por ella.

Ambas se sentían muy contentas de haberse ayudado, pues eso las uniría para siempre. La paloma y la hormiga supieron entonces que su amistad duraría ya toda la vida.

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